Siento que algún instante aguarda el advenimiento de tus labios. Es como una presunción que no agota sospechas en inútiles distancias y en palabras rotas de desuso. Me visto de sangre amapola esperando tu arribo. Es triste saberte raudo de ansia y holgazán esquivo de presentes. Prefiero pensarte peregrino de vergeles a ladrón de arenas. Es mi elección, la de mi casto tiento, la de mi absuelta piel, la de la ingenuidad de mi cadera... la de este inflamado escote que solo pondera la arritmia isócrona de tu exigua latencia.
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