Tras la tormenta intempestiva de mis labios
que derruyó la savia de mil besos,
¡vino tu roce de terciopelo acicalado
para abrigar la desnudez aterida de un cuerpo
transfigurándose en llama a la orilla de tu amparo
y ardiendo cual hoguera en la ignición de anhelos!
Eres de mis versos ritmo entregado
a la albricia que jadea un sentimiento,
¡soy entre tus manos verbo conjugado
sobre un coetáneo adjetivo sin suspenso!
Porque te amo...
sin confines, ¡sin tiempos!
Porque siempre te estuve esperando
¡y eras eco de mi silencio!
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