En esta soledad que clama al silencio
¡gimo tu nombre cual agónica esclava
a unos ojos seductores de anhelos
y a una boca de saliva dulcificada!
Y me arrastro entre la huella de tu cuerpo
clavada en mi pecho cual firme daga,
¡mírame en los crepúsculos de otros cielos
que allí te aguarda el candor de esta plegaria
porque sin ti soy gaviota despojada de su vuelo
y orilla huérfana del manantial de sus aguas!
En esta soledad de bramidos pendencieros
¡acalla mi vesania con la bravura de tu palabra!
Y esgrimo una liviana cordura con esmero
¡procurando anexionar alma con alma!
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