¡Y no habrá océanos
que separen nuestras miradas
ni tampoco vientos
que sacudan hiel y savia
en los ojos ciegos
de quien, sin saber, habla
sobre los gozos de un sueño
que sobre ti, madrugaba!
¡Y no existirán versos
de despedidas amargas
ni siquiera un momento
donde se esparzan dos almas
que se sienten en un beso
adherido al empeño del mañana
suspirando las horas de su tiempo
entre briznas de ecos y nostalgias!
¡Y habrá sólidos cimientos
sobre orillas saladas
donde acometamos el vuelo
de dos lunas enamoradas!
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