¡exhumo congojas ligadas a borrascas
que inundaron de grises apetitos y sueños
cuando pernocté la tortura de tu marcha!
Y hoy te nombro en mi silencio
¡como arañando hieles que perduran en el alma!
porque el corazón solo sabe de sentimientos
¡sin más cordura que el latir de las entrañas!
Vuelve al regocijo de mis miedos
¡y a la eterna ventisca que engalana mis albas!
no quiero amarte, pero te siento
¡con el ímpetu del beso que confisca las nostalgias!
Mas no quiero pensarte, pero te anhelo
¡desarmando ultrajes de insomnes madrugadas!
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