hasta perderme en el manantial de tu hiel,
hasta cultivar dolores y quejidos en mi jardín,
hasta ansiar los fracasos del ayer...
Me llené en ti
hasta colmar de paciencia mi sed,
hasta deshojar la locuacidad en cada atardecer,
hasta morir en la sepultura de unos labios cubiertos de desdén.
Me vacié de ti
hasta perdonarme los tropiezos sobre tu piel,
hasta alzar un impetuoso vuelo hacia horizontes de papel,
hasta encontrar mi esencia ingrávida en otro cuerpo por recorrer.
Y volví a ti
con ropa nueva y fragancia fresca de jazmín,
¡Con pálpitos de rosas y letras impresas en carmín
para cosechar la victoria de quien supo amar sin apenas recibir!
Me quedé en ti,
para empaparme de una lluvia de placeres, en pleno mes de Abril.
Y sigo ahí...
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