Aún respiro nuestros gozos
a la intemperie de trémulas noches,
aún enjugo mi boca con las sobras de tus antojos
y bautizo al silencio con el murmullo de tu nombre.
Aún exploro vírgenes cosechas en estos desbordes
de lascivos aguaceros inhalados por mi lecho,
aún queman las palabras en espasmos y entronques
que conjuntan pasiones y recuerdos.
Aún pervive la carga de tu remolque
en el asilo de estos hombros pertrechos,
aún nado tus ríos y aplaudo pregones
de amantes jubilosos abrevando sus anhelos.
Mas quiero frotarme en tus jabones
pero entona la aurora el divorcio de mi ahora y tu aposento.
Aún culmino infatigables empeños
en la irrisoria travesía de sedas y terciopelos.
Y no te hallo.
Y no te encuentro.
Y no te palpo...
Y ya habías muerto.
Gloria,
ResponderEliminarExhalas sensualidad por cada uno de los poros de tu cuerpo: lo reflejan todas tus composiciones.
Pero, además, existe un halo de tristeza por el amor no encontrado, el amor perdido o le que ha partido y nunca volverá.
La última estrofa culmina la epopeya de tu historia, hermosa, muy hermosa. Besos,
Ann@ Genovés