Y hay tormentas tras los párpados
de amores obsoletos que perecieron en el tiempo,
y hay sequías de fruiciones y orgasmos
en los taludes insobornables del recuerdo.
Pero estás tú
abanicando sofocos y blandiendo deseos
en las coyunturas copiosas de nostalgias y titubeos,
pero estás tú,
soplando fístulas hendidas con halos de aires nuevos,
pero estás tú,
fustigando gozos y deleites en parajes que creía muertos.
Y hay escombros entre las carnes que un día nos pertenecieron
de fulgores impedidos tras el desaire del silencio,
y hay rastrojos hediondos en jardines desérticos
de hortensias candentes que antaño florecieron.
Pero estás tú
regando sequías con el relente de tus aguaceros,
¡saciando las bocas de vinos y besos,
enraizando apetitos en la infructuosidad de mi sexo,
latiendo con gozos las arritmias de este fracturado pecho!
Pero estás tú...
Lamiendo la escoria lacerante de extintos sentimientos.
Y estás... TÚ.
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