mira la noche el ultraje de mis soledades.
Oh, luna
tú que absorbes sombras de silencios
¡Tú que te renuevas entre acordes de luceros
tú que esclavizas a las estrellas en una danza de requiebros,
grítale el fulgor agónico de dos ojos morenos
que plañen su ausencia sobre lienzos negros
pues no hay colores que acicalen este desvelo
soñándole despierta en cada tinta de mis versos
despertándome en su sueño engalanada de terciopelos
mientras que estas manos se desgastan en el tracto de su vuelo,
mientras que estas rodillas se desangran suplicando su regreso!
Oh, luna
acogedora de nostalgias y lamentos
¡Sacúdele mi nombre sobre el viento
y menciónale la deuda cohabitada con un sentimiento!
Oh, luna...
¿Aún quedan vestigios de nuestros besos?
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