En el abrazo perenne de tu piel y mi fuego
¡rijosas llamaradas envolventes de deseos
fatigas cosechadas en fusiones de alientos
bocas abiertas al capricho del desenfreno
miradas inequívocas incitadoras de anhelos
cultivo de amapolas en la fogata de mi lecho
salmos de zalemas escurriéndose entre dos cuerpos
que abandonan la cordura en la savia de un beso,
que se ciñen al antojo de cláusulas sin dueño!
Y entre cadencias, un "te quiero",
al compás de los pálpitos que sacuden a ambos pechos.
¡Engendro de pasiones en el preludio de un sentimiento
que grita su dominio aún desde el cobijo del silencio!
Un susurro, ¡el hálito de un jadeo!
Un gemido... ¡y a comenzar de nuevo!
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