cuando la brisa nos escandiló de coloridos pétalos,
¡navegué las aguas torrenciales del deseo
circundando llagas impresas en el susurro de tu pecho
para que no se dolieran las espigas del recuerdo
encalladas en la garganta que obturaban ese "te quiero"
del cual todavía se resienten hoy mis besos
tras los paladares de desidia que absorbí entre tu cuerpo!
No estimaste el candor de mis versos
ni tampoco las caricias con textura de terciopelo
porque acicalé estas manos de un amor sincero
¡para desnudarte el alma, aun entre el hastío de tu silencio!
Hoy ya sobran las palabras pero no el sentimiento
¡que te nombra en mi cama, suspirando el vaho de tu aliento!
Y eras un sueño...
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