Cada vez que tu piel se aventura a rozarme.
¡Bébeme cual cáliz sagrado
Y derrama sobre mi pecho encendido
La eterna huella del pecado¡
No quiero otra noche solitaria
En la penumbra de un cuerpo desnudo sin amo,
¡Penetra por la sonda de mis sentidos
Y deposita sobre mi puerto precintado
La semilla del cautiverio furtivo en tu regazo¡
Ya no busques otra excusa que no sea la de perderte entre mis manos…
Te escurres cual arena fina por la cavidad de mis dedos
Aún con el férreo obstáculo
De no hallar las huellas de la pasión que un día nos colmaron.
Dedicado a un amigo especial como es Alessandro.
Con cariño,
Gloria Zúñiga
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