Se extingue la letanía de amaneceres vacíos
y emerge la continuidad de atardeceres henchidos.
¡Te siento culminar en el amparo de mi estela
que se contonea caprichosa cuando gimes tus hastíos
para doblegarlos en un caminar presuroso
hacia la agradable condena de lo efímero!
Sonrío y puedo sonreírte...
Te siento y presiento tu cercanía
en el placer inabarcable que disipa mis recelos.
Te toco y disfruto con besarte,
me besas y delimitas el contorno de la proximidad
aguda que aún nos disgrega.
Cercana en la inutilidad de abarcarte...
Inútil en la cercanía de esta ausencia.
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