Apaga mi sed de ti con el manantial que corre por tus venas.
¡Subyuga mis sentidos en una caricia eterna
y anula mis deseos, atándolos a la perpetuidad de tus cadenas!
Ahoga el hambre que se ceba
con este cuerpo desnudo y ardiente, que entre tu recuerdo se revuelca,
en una lucha improrrogable, contra la virilidad de tu imagen férrea.
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