Alimento mis ilusiones con el fulgor inabarcable de tus ojos morenos.
¡Se sacian mis acuciantes anhelos
con el brío desbordante de la calidez de tu pecho
y se doblegan mis pesares en la infinitud dulcificada de tu lecho!
La voracidad de mi sed mengua en el recoveco impreciso de tus besos
y palpita aceleradamente este corazón inquieto
por la negativa tajante de querer pertenecerte sin temores pretéritos.
Sólo me queda el abrazo al abismo de un torpe recuerdo,
o acallar mis pasiones alocadas entre la sobriedad cruel del implacable silencio.
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