En la noche solitaria
de aromas nostálgicos
y de flaquezas que desangran,
asfixio un halo de tristeza
y aclamo un vestigio de esperanza,
ante una luz tibia y serena
que sobre mi lecho se aplaca.
Y eres tú,
luna majestuosa que apareces
entre mi cabello ensortijada,
provocando los celos de un lucero tímido
que ahora llora sus andazas solitarias.
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