Unicidad

Caminé...
Me aferré hacia la luz de un nuevo horizonte,
siguiendo la línea trazada por los besos clandestinos
en un recuerdo torpe sin fecha y sin nombre
deambulante, ingrato, cual limosna para el mendigo.
Caminé...
Esquivé las espinas puntiagudas de la rosas,
¡Las rocas gigantes anquilosadas en mi alcoba,
los versos sangrantes sepultados en mi boca,
el sabor agrio de tu semblante perpetuado en un aroma
que hace temblar a mi cuerpo desvalido en la penumbra que me azota!
Caminé...
Caminé imitando el vuelo libre de una gaviota,
¡Estrujando el viento con mis manos enérgicas y airosas
y dibujando estrellas entre las cornisas donde no habitan mariposas!

Y sigo caminando entre láminas de hierba tosca
mientras que,
tras estas huellas a veces lentas y a veces presurosas,
delimito el sendero irrevocable de mi existencia como persona.

Camino, con la certeza irrefutable de que como mi vida, no hay otra.

Camino...