Cala tu lluvia en estos huesos abatidos de deseos,
en este puerto huracanado en el precipicio de tu sexo,
en este cuerpo desarmado de cordura y prófugo de besos
y en estas agitadas nalgas que derraman íntimos anhelos.
Cala tu invierno entre el clamor de mi primavera,
¡Calan tus labios, tus enjambres, tus vertientes y tus venas
en el ardor irresoluto de esta fulgurante hoguera
que esparce mis carnes, que quema mis yemas,
cuando deslizo sobre tu piel la incandescencia irrefutable del fuego que me impregna!
Cala tu nieve en la angostura de una noche desierta.
Cala el desierto sobre la angostura de una mujer explorando en sus propias cadencias.
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