Empacho

Empachados de mieles y vinos
sobre las viñas fértiles de nuestra alcoba,
encontramos al verdugo de versos y auroras
que desmenuzó al deseo entre el aroma de rojas amapolas.

No pedimos explicaciones al silencio
ni engendramos vanas plegarias para saciarnos de nuevo,
con sólo mirarnos frente a frente, liberados de recelos,
volvimos a empacharnos de mieles y vinos viejos.

¡Qué absurda es la abstinencia de "te quieros"
cuando el corazón aplaude la instauración de un férreo sentimiento,
qué cobardes son las palabras cultivadas en el vilipendio;
qué inútil la abnegación insustancial de tan sólo un sangrante momento!

¡Qué acierto conjugar las verdades con pasiones y horizontes ebrios
de manjares placenteros servidos entre sedas y terciopelos,
qué loable sabiduría es concienciar al razonamiento
de su segundo plano en el guión marcado por el ritmo de nuestros cuerpos!

Empachados de mieles y vinos fértiles devoramos el tiempo,
mientras que un minuto rebelde huye de un reloj obsoleto,
que detiene la hora para observar por la hendidura estrecha de balcones nuevos,
los escarceos traviesos de dos pieles desbocadas
cabalgando inconscientes sobre el viento.