Ardo solitaria entre los flujos de mis sábanas,
recordando cada embestida entre tu piel y mi cuerpo,
saboreando aún el perfume de nuestras aguas
en esta ardua letanía de circunloquios y lamentos.
Amor,
¡Cómo te añoro en sueños desnudos y quimeras blancas,
cómo te gimo y te lloro en esta sempiterna plegaria!
Amor,
¡Cómo escueces en la llaga que se abre y prende en llamas,
cómo transitas sorteando la voz que hoy te llama
y que se quiebra en la afonía vagabunda de besos y palabras!
Amor,
he derrochado hasta el último halo de deseo en esta madrugada,
¡He volado sobre tu hiel, acariciando la despedida amarga,
he acallado al silencio en la amnistía que nos une y nos separa,
he maniobrado reciamente con la lluvia hasta secarla,
te he pensado manso sobre una luna cabizbaja
desdeñando su desamparo a un lucero que hoy se niega a mirarla!
Ay amor,
cómo se duelen pasiones rotas entre los flujos de mis sábanas.
Ay amor,
cómo encontrarte en esta vorágine de oscuridades y nostalgias.
Reposa el éxtasis de nuestros labios en versos esculpidos por unas manos agotadas
en la oquedad solemne que lleva tu nombre y que se cierne aventurando otras cornisas blancas.
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