Tengo el miedo de la derrota
demoliendo ansias y exterminando quimeras,
subyugando mi nombre a tu demora,
subordinando besos a recias cadenas.
Dulce amor vestido de inviernos secos y frías primaveras,
escurridizo como el viento sobre cúspides de lunas llenas,
dulce amor etéreo y seráfico como ocres y candelas
que irradia las noches y orienta la brújula de mi consciencia.
Dulce amor de columnas robustas en el ápice de sus cadencias,
¡Paraliza nostalgias entre este tiempo que nos disgrega,
suspende la lluvia y los tenues temores que nos acechan,
alerta al socorro de sueños en su evanescencia
y abriga mi nombre y mi suelo con el gabán de otra entelequia!
Transita el miedo del fracaso por el flujo circundante de mis venas.
Dulce amor,
¡Incauta minutos al tiempo en esta jerarquía doblegada entre bienes y carencias!
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