Bruma espesa en las aceras vírgenes,
lluvia amainada en la humedad del ambiente,
eco afónico sondeando aguas y timbres,
luces apagadas en calles huérfanas de gente.
Yermo helecho impugnando al mes de Abril,
ríos evaporados de caudales y mieles,
frondas desnudas vestidas de añil,
rima asonante e irregular en la poesía de los vergeles.
Somos devoradores de hierbas frescas y verdes,
destructores de aires limpios y cielos celestes,
somos guerreros contra los manjares que nos sostienen
y contratistas de toxicidades punzantes para la tierra que nos mantiene.
Ladrones de alhajas y de vilezas huéspedes,
¡Seres humanos recaudadores de enseres,
ambiciones y envidias seductoras de serpientes,
hombres con dientes de lobo y sequías de atardeceres!
Hijos indisciplinados antagónicos a una naturaleza indulgente
que redime nuestros yerros con incólumes amaneceres.
Y mientras tanto,
otra rosa gime y encarece el arribo irreflexivo de su muerte.
excelente tu espacio
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