Cal y arena

Amanece un nuevo desierto sobre mi lecho,
bajo la penumbra agorera de apetencias fraudulentas,
con la vestidura calada de tu miel y de tu sexo,
sobre el bálsamo atrayente de erotismo licuado en bisoñas quimeras.

Te pienso mordiendo la vehemencia que transita por mis venas,
desgajando los sudores de noches despojadas de sofocos,
anegando con tu lluvia la hondonada de mi libidinosa marea,
surcando las vertientes caldeadas e impúdicas de estos antojos.

Te pienso gozando el éxtasis que resbala, desenfadado y copioso,
por las estancias incendiadas de mis piernas,
naufragando en los fervores pretenciosos de la vivacidad de esta hoguera,
retozando la fiereza que ovacionan los manjares entusiastas de mi enredadera.

Y te pienso,
eximiendo los delirios imprudentes de las ansias tornadizas que persuadí en otra tierra.
Y te pienso,
aún en el desierto de esta alborada que accede entre cal y arena.