cuando llega el crepúsculo alicaído sobre mi cuerpo,
los sollozos del silencio vociferan lamentos y verdades
cuando se ajan los jazmines que sembraste en mi pecho.
Abrázame
que es sangre de amante lo que afluye de unos ojos negros,
que las falacias son puñales adheridos a este sentimiento,
que se agotan las quimeras en el sepelio de anhelos...
Abrázame
que es carne de mortaja este jardín desierto.
Abrázame
que se consume la brisa en el suspiro de un beso,
¡Que las arrugas no perdonan cuando se trata del tiempo,
que son espinas aguzadas la diadema de mi cabello...
Abrázame
que arde en apetitos un vientre sediento de tu sexo!
Los ecos extenuados de nostalgia son contertulios de un entierro
cuando en tus brazos hallo el depósito de la letanía taimada del recuerdo.
¡Abrázame!
Y muero aquí...
Y en ti afloran mis versos.
¡Abrázame!
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