Ayer eras un susurro.
¡El gemido caprichoso de brisas quiméricas
un haz blanquecino en sueños mudos
la boca enjugada que no besa
los deseos ensamblados en un murmullo
el goce de cuerpos danzando sobre arenas
la mirada flamante en un ocaso furibundo
el estornudo frugal de gargantas resecas!
Hoy haces girar mi mundo
en un vendaval de pasiones que no cesan.
Ayer eras un susurro...
¡Hoy eres condena!
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