Mírame y ven
que de esperarte se consuma hasta el recuerdo.
¡Dame la guarida de tu boca
usurpando hasta el último de mis besos
siénteme brotando cual inflamada amapola
en la fronda codiciada de tu pecho
zarandea los miedos que nos inmolan
entre absurdos recelos de aquel silencio
que prolonga la arribada hacia mi alcoba
desahuciándome en tus inherentes titubeos
los mismos que de gritarme entroncan
con el desánimo acérrimo que plañen estos versos!
Mírame y ven
que de esperarte me voy extenuando con el tiempo.
Y aquí me ves, ¡inhalando otro momento!...
Pero a ras del suelo.
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