En el amor no hay reservas.
En el amor nunca es demasiado.
Te hallé en el núcleo de un horizonte lejano
¡Y quise adentrarme en tus soles y borrascas!
Dormité bocanadas de hastío noche a noche en tu regazo
pero también entregué la vida sobre versos y palabras.
Comencé a paladear la amargura de tus labios
¡Y también los éxtasis en brotes de ansias!
Quise ondear la holgura de tus pantanos
tan solo con el céfiro acicalado de mi alma.
Caminé con sosiego sobre tus manos
¡Porque eres viento que transpira el mundo y la nada!
Y me alejé pausadamente, aún quemando
cuando mi espera era el silencio madrugada tras madrugada.
He volcado sobre ti toda mi savia
porque en el amor...
¡Siempre hay quien pierde
y también, quien gana!
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