Te hablo desde los albores del deseo
en las perennes orillas de ígneas caricias.
¡Dame de tus labios ese beso
que fracture dudas sobre heridas
condénsame en el jadeo de tu pecho
saturando los vacíos de sangres y espinas
aquiétame con el orgasmo de tu sexo
inundando de fruiciones congojas y desdichas
y siénteme navegando entre aguaceros
cuando mis mieles se confundan con tu saliva!
Mas cállame desde el crepúsculo de otro tiempo
que de ti, ¡hoy quiero hasta la vida!
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