En el acto confeso
de la endeblez de mi aliento
¡me arrodillé frente a mis yerros
bajo el abrigo de la luna y sus destellos
gritando sentires de besos yermos
doblegándome ante mis dudas y mis lamentos
afianzando la certeza de un sentimiento
pronunciando su esencia sobre la infinitud del firmamento
ansiando sus caricias en noches de gélido invierno
calumniando atropellos entre vergeles y desiertos
porque tú, luna, sabes que lo recuerdo
transitando por mi alma en un eslabón del tiempo
que sentenció la fractura de su nombre y mi anhelo
en la dilación inútil de vagar por su sendero!
Y hoy me arrepiento
porque fui pasajera anónima de su cuerpo
ante ti, luna,
derramando el hastío de cada uno de mis versos.
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