acicalando de gozos la extenuación de este pecho
herido en contiendas de amor y recelo
entre los deslices veleidosos del tiempo.
Sucumbo al antojo de tu lecho
¡usurpo mil instantes para grabarlos en mi pensamiento
inmovilizando tu esencia en la retina del deseo
y fraguando la mía sobre la orilla ígnea de tu sexo!
Resbalan de tu boca caudalosos aguaceros
inundando las ansias que cimenté en desolados sueños
mientras arrullas mi vientre con la zalema de tus besos
salpicando de fruiciones piel y anhelo.
Y vierto mi éxtasis sobre la cadencia de estos empeños
para conjugar orgasmos con el salitre del silencio.
Emancipamos la cordura al frenesí de un jadeo
¡mas no hay culmen, en la fusión inapelable de encelados cuerpos!
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