Apesta la avaricia en las manos del acaudalado
¡y duelen los vacíos en la boca del mendigo!
Soñé con un mundo equitativo y solidario
¡con paces sobre batallas colmando los bolsillos
con besos pulcros acicalando los agravios
con viandas de abrazos saciadoras de apetitos
con quimeras retozando sobre el hastío del desamparo
con fusiones emocionales cantando al unísono
con gritos de sonrisas entre silencios esclavos
y con jardines sembrados de brotes coloridos!
Y miro de frente para ser testigo
de que existo en un mundo opuesto al mío.
¡Fracturemos las deudas y asesinemos los castigos!
Utópico empeño, a solo unos versos adherido.
Y soñé otro sendero, contrario al que transito.
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