¡Embelésame con el dulzor de tu aliento
en cada vertiente remojada de anhelos,
conviértete en el amante secuaz de mi lecho
cuando la noche ulule soledades en su silencio,
transítame entibiado y con el corazón abierto
mientras nieve en los párpados de otro invierno
y deslízate por la humareda de hiel y fuego
en la cadencia armoniosa de tu piel y mi cuerpo!
E infringe la normativa ingrata del tiempo
si acaso eres contorno de tan solo un sueño.
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