Abrazada a un abismo de antítesis deformes
por el lapso temporal inevitable,
creo atisbar tus ojos negros en el horizonte del recuerdo
impregnándome, cual paloma mal herida por agravios imperecederos,
de la oscuridad perenne que alberga la congoja de tu imagen.
¡Desnuda mi alma exánime con una sonrisa evocadora de subsistencia!
Necesito romper severamente el retrato de ese beso contaminado
en un circunloquio impreciso de difusas incoherencias.
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