El júbilo que desató esa pasión
se halla oculto en la venganza cruel del "adiós".
¡Adiós! Lloran mis párpados,
¡adiós!, son mis lamentos,
¡adiós!, prófugo amante del silencio...
Adiós a esta agonía de la cercanía sin palparte.
Adiós a la vida efímera que en mi vientre sembraste.
Adiós...
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