Se respiran nuevos aires de libertad.
Se sienten caricias limpias de maldad.
Se palpa la brisa fresca del mar.
Se huele el perfume inconfundible del azahar.
Se expira la pesadumbre de mi aletargado caminar.
Se dispersa la letanía de mi hondo quejar.
Se soslaya el vacío de la soledad.
Se inspiran halos de vida plena que han de llegar.
¡Cuánto queda por reír, cuánto queda por llorar!
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