Acaricia sutilmente mi piel desnuda para tu deseo
y levanta mi cuerpo al viento para destruir devenires del tiempo.
Sigo siendo la misma que soñaba otra primavera en tu regazo,
la que pintaba garabatos en el aire que simulaban tu nombre
para depositarlos sobre tu pecho con la firma de lo eterno,
la que musitaba cientos de "te quieros" en los albores de mi lecho,
la que se perdía presurosa por la cavidad estrecha del silencio
que rompía la dirección exacta de ese aletargado beso.
Y aunque es inútil desandar en los designios del tiempo,
sigo siendo la misma; ésa que te ama despojada de rencores pretéritos.
Prosa que se siente... y si uno ahonda la piel florece
ResponderEliminarUn saludo desde Medellín