Hoy mi voz se alza hacia la infinitud
para proclamar vestigios de incipientes victorias.
Victorias que se nutren precipitademente del consuelo de la vida;
vida que se consolida victoriosa en esta existencia mía.
Porque yo soy yo con mis áurea encendida.
Porque tú eres tú con tu inequívoca melodía.
¡Disparidad de dos entes que trazan su caminar en una unicidad
desmedida!
Y clamo con ímpeto al viento la grandeza de mi alegría.
Y elevas tu vuelo entre sueños hacia un rincón de mi guarida.
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