No quiero vivir sin tu brisa,
ni sin tu amapola colorida en esta efímera existencia.
Encontrarme con tu boca,
¡El bocado ansiado de mi alma desierta,
el beso edulcorado de mis noches negras,
el caloroso abrazo del frío que arrecia
en una plenitud difusa que se agita cuando te acercas!
Hallarme a la orilla de tu estela,
¡Dormitar mis ansias en el recelo de tu espera,
saciar mis ganas deshojando una y mil primaveras,
vaciar mi estupor enarbolando nuevas quimeras!
Sucumbir en el augurio de tu condena,
¡Perecer en la guarida de esas sólidas cadenas
que rodean a mi cintura, desglosando a una libertad en tregua,
si es tu pecho el epicentro donde han de reposar eternas mis huellas!
No quiero caminar descalza
si tu barco no naufraga, etéreo, sobre mi escurridiza arena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario