La lejanía de tus dedos
se soslaya cautiva entre sólidos deseos.
Estaré, para culminar pasiones y sentimientos,
para robarle a la luna, junto a ti, una estrella vagabunda en el firmamento,
para colmar de rosas nuevas el jardín que juntos regaremos
y para besarte las heridas del ayer que cicatrizan las aperturas del recuerdo.
Estaré, esperando cada tarde tu regreso,
espiando con cautela y disimulo cada uno de tus gestos,
observando fijamente todos tus caprichos y anhelos
para hacerlos míos y dar cabida a lo que irremediablemente ya es nuestro.
Estaré, agonizando en tus lamentos,
¡Abrazando tus lágrimas con mis besos,
lamiendo tus dolores en la penumbra de ese duelo
y saltando contigo las barreras circunstanciales del tiempo!
Estaré, cultivando amapolas frescas para adornar nuestro lecho
y amortizando antiguas deudas para firmar mi esencia sobre tu pecho.
Estaré...
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