Crujen deseos en la escarcha de tus mieles,
en la efervescencia sublime de nuestros placeres,
¡En un cúlmen de sustancias endebles
que se enaltecen en el acorde de tu risa,
en los lechos desiertos de besos ardientes
pululando, sigilosos, entre la hendidura de mis nieves!
Crujen sedientos unos labios corroídos por el hielo
en el epicentro oculto donde nace tu hoguera,
donde prendes tu fuego,
¡En la causa injusta de aplastados anhelos
por los caprichos infantiles de un único momento,
en la rima asonante que azota a mis versos
tras la apertura de tu boca lamiendo mi desconsuelo!
Cruje el clamor de la brisa visitando nuestro lecho.
Cruje el sabor del amante en un edulcorado hálito de viento.
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