Vienes a mí,
entre la letanía de lechos desamparados,
entre la brisa agorera de aplastados desengaños,
entre la frugalidad de esta existencia que se resiente en su desagravio.
Vienes a mí,
urdiendo la trama que anidará mi cabello oscuro,
anidando el verso exacto que ocultarás con disimulo
sobre estas manos sangrantes y esclavas inútiles del mundo.
Vienes a mí,
con resoplos airosos en la mejilla de mi deseo,
¡Con vientos enamorados y caricias en suspenso,
con el ardor de otra madrugada acariciando mi silencio!
Vienes a mí,
augurando la hecatombe de tu piel contra mi cuerpo,
disipando el murmullo que maltrata el transcurrir del tiempo,
dispersando la frontera que me aleja de tu techo.
Vienes a mí,
usurpando la tristeza que aúlla en este corazón desierto.
Vienes a mí...
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