Se duelen las promesas incumplidas en el viento
que golpea secamente sobre páramos desiertos.
Grisáceo el sabor de tu besos,
oníricas las caricias dibujadas sobre el tiempo
y tú,
que no pronuncias mi nombre en la desidia del desconsuelo,
¡Que alejas tu semblante de oro y tus huellas de acero
del cobijo tórrido que sólo puede ofrecerte este corazón inquieto!
Nocturnidades perennes en el hastío de mis anhelos,
¡Gélidos paisajes congelando mi silencio
y yo,
que cuento mariposas donde perviven los recuerdos,
que azoto hogueras desprendidas de mis labios y mis senos,
que pinto gozos e ilusiones sobre paredes de cemento
mientras que una lágrima rebelde resbala, entre la prolífica escarcha de Febrero!
Duelen las promesas destrozadas sobre el viento
en el límite inequívoco vetado a tus ansias discordantes y mis anodinos deseos.
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