Te grito,
entre ecos de primavera y cielos celestes,
te grito,
entre brumas dispersas de recelos incipientes.
Te grito,
en la solitaria sorna de unos ojos que no quieren verme,
te grito,
en el remanso de inquietudes que no duermen,
en el crepúsculo cansado de mil atardeceres,
en los efluvios triviales de iras y desdenes...
Te grito,
en noches heridas y yertos amaneceres.
Te grito.
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