Rompiste desamparos en estas manos castigadas
saturando mis sigilos con gritos de tu tiempo,
¡Regaste baldíos de hortensias agostadas
en cada recorrido de tu piel sobre mi cuerpo,
anclaste tu nombre en los jalones de mis palabras
sentenciando pasiones en instantes eternos
llenando de vida cada ausencia de mi alma,
vaciando los quebrantos que ululaban en estos yermos
acunando éxtasis entre rezos y plegarias
como queriendo hurtar mi esencia entre tus dedos!
Ahondaste en la simiente de mi lava
para luego perderte... sobre el viento.
Puedo encomiar tu recuerdo entre mis sábanas
pero no las heridas perforadas con tu vuelo.
¡Hastío agorero del silencio
dime si son sus huellas, las que yacen sobre el suelo!
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